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Historia del Colegio de los Sagrados Corazones del Arzobispado de Santiago
Por Alejandro Lühr Cares
 
La Congregación de los Sagrados Corazones se gestó y nació en el marco de la Revolución Francesa. Su espiritualidad y fundamentos teológicos están íntimamente ligados a dichos sucesos, que como acontecimiento histórico será clave en el nacimiento de las ideas del buen padre Coudrin. Los pensamientos de filósofos como Rousseau o Voltaire van penetrando en la sociedad y socavarán gradualmente la autoridad de la monarquía y de la Iglesia; las ideas democráticas irán ganando terreno al absolutismo de los reyes y a una sociedad llena de privilegios.

 

En un principio la Revolución no fue un movimiento contra la Iglesia o la religión, pero, como en todo movimiento revolucionario acabó generando, en el mundo político, venganzas, matanzas indiscriminadas y luchas por el poder. Corría mayo del año 1789 cuando se convocó a los Estados Generales: lo que se pretendía era rebajar el poder real y limitar el poder económico de nobles y clero. Muchos obispos y católicos recibieron estos cambios positivamente y firmaron entusiasmados la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano. Sólo cuando la Revolución atacó la libertad de conciencia y los principios galicanos, y pusieron en tela de juicio la estructura de la Iglesia muchos obispos y sacerdotes empezaron a entender que la revolución quería destruir la religión.

En 1800, disminuidos los vientos del terror, en la capilla del convento de Poitiers, en una noche fría de Navidad, pronunciaban sus votos los fundadores. Nacía y se echaba a andar la Congregación de los Sagrados Corazones. Esto ocurría en tiempos en que se perseguía a los sacerdotes que no comulgaban con la Constitución Civil del Clero y que, por lo tanto, desconocían la autoridad de la iglesia nacional francesa y preferían serles fieles a Roma.

 

Las diferentes ideas y visiones del padre Coudrin hicieron que se sintiera escogido por Dios entre miles; se sintió amado por Él, luego, se sintió llamado a fundar una comunidad misionera, algo así como una llamarada de celo, que llevara el Evangelio a todas partes, sin límites de fronteras. Por su parte, Henriette Aymer de la Chevaleríe, había circulado años anteriores en los ambientes de alta sociedad de la ciudad. Sufrió persecuciones junto a su madre y fue encarcelada; recibe un mensaje de servicio a Dios. Busca un guía y lo encuentra en el hermano Coudrin, ahora llamado José María, a quien toma como confesor. En 1825 la evangelización fue desde el primer momento una de sus tareas. Así partieron el 31 de enero de 1834 hacia el Atlántico y en el Pacífico a la Polinesia Francesa.

Por azar o justicia divina, algunos de estos sacerdotes establecieron casas de la Congregación en Chile y luego procederían a fundar diversos colegios.

En 1848, el Padre Dourmer obtiene la autorización necesaria para establecer en Santiago un establecimiento educacional similar al establecido en Valparaíso en 1837, juntamente con la adquisición de un terreno situado en la Alameda de Las Delicias con el Callejón de Padura, en “las afueras” del Santiago de ese entonces, que pertenecía a Rosario Albano de Montt. En Febrero de 1849, el nuevo Colegio de los Sagrados Corazones, más conocido como de los “Padres Franceses”, abre sus puertas a un reducido número de alumnos, todos en calidad de internos y pertenecientes a una acomodada elite santiaguina. Es designado como Rector el Padre Vicente Duboize. Si bien las estructuras del nuevo Colegio son estrechas y antiguas, la educación impartida se ve favorecida con una nueva pedagogía, al estilo de la enseñanza europea y en particular de la francesa.

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El desarrollo educacional y material del establecimiento es parte de la decidida e inteligente acción de los nuevos Rectores, como el Padre Augusto Jamet, quien hace  construir nuevas edificaciones, una hermosa capilla y, posteriormente, un confortable teatro para los eventos escolares, que en 1906 será escenario del cambio de mando en el cual dejará el poder el presidente Germán Riesco para entregárselo a Jorge Montt. La decidida acción del Padre Jamet no solo tenía una enorme proyección en el campo educacional, sino que también en el plano social obtuvo importantes réditos.En 1935 asume como rector el padre Remigio Bros, amante de las ciencias y de los adelantos técnicos; estimula el interés por el estudio instaurando el “Premio París” para el mejor alumno de la promoción: un viaje por Europa. Nemesio Antúnez sería el primero en obtener tan importante distinción. El padre Remigio, era amante de la fotografía y registró cada momento de la vida de sus hermanos que fueron un importante testimonio para la historia de la congregación. Sin embargo, lo más destacado de su periodo como rector fue la solemne inauguración del templo el 8 de diciembre de 1936. Lo que fuera ayer la añorada Iglesia, renace ahora como estupenda réplica románica.

 

Al comenzar el año 1949 el colegio se aprestaba a celebrar su centenario el cual incluye un sinnúmero de celebraciones que tendrán su estreno en la revista escolar de ese mismo año. Brigadieres, abanderados, de Chile y Francia, la academia literaria, además de todos los funcionarios del colegio contribuirán a celebran tan importante acontecimiento.

En 1972 el Colegio pasa a ser administrado por el Arzobispado de Santiago a través de un Comodato con la Congregación de los Sagrados Corazones, que después del Concilio Vaticano II revisó su rol, optando por una acción pastoral más decidida en el ámbito parroquial y poblacional. Este cambio coincide con un nuevo rol que el laicado asume en el ámbito de la Educación y para quienes fueron testigos de él, la vida colegial comenzóa tener otra connotación. No obstante, las tradiciones más antiguas continúan moviéndose en la conciencia de los alumnos.

En 1985 el Arzobispado instituye una Fundación Educacional para dirigir la Institución y la Comunidad Escolar elabora un Proyecto Educativo como Colegio de Iglesia, de acuerdo a las orientaciones del Arzobispado y de la Vicaría para la Educación.La Congregación, entre tanto, se replantea el Comodato; y en un gesto de alta generosidad decide, en septiembre de 1992, donar el Establecimiento, a título gratuito, a Monseñor Carlos Oviedo Cavada, en su calidad de Arzobispo de la Arquidiócesis de Santiago. A partir de 1993 el Colegio pasa a llamarse Colegio de los Sagrados Corazones del Arzobispado de Santiago.

 

Durante este mismo año se decide revisar el Proyecto Educativo existente con participación de todos sus estamentos; se actualiza, y es aprobado por las instancias pertinentes: Consejo Educativo, Directorio de la Fundación y Vicaría para la Educación y se pone a disposición de la Comunidad a fin de operacionalizarlo debidamente con el objeto de lograr los propósitos en él establecidos. La gran herencia dejada por la Congregación de los Sagrados Corazones, sigue permaneciendo de todas maneras viva en todo Proyecto Educativo que podrá elaborarse. Es el Espíritu de los Sagrados Corazones de Jesús y de María fuente de amor, luz y sabiduría los que siempre deberán guiar la tarea de todo educador que pasará por las aulas de esta Institución, ya parte de nuestra historia.

En este Bicentenario de la República de Chile, nuestro Colegio se encuentra posicionado en el país, como un importante foco educacional y pastoral y recuerda a los ciudadanos que han dejado huellas en los más diversos sectores: Antúnez, Matta, Garretón, dos Presidentes de la República, Don José Manuel Balmaceda y Don Arturo Alessandri Palma y varios Obispos de nuestra Iglesia, incluido el tercer Cardenal de Chile, Monseñor Juan Francisco Fresno Larraín.

 
Fuentes:
Historia de los Sagrados Corazones de Santiago (1849-1995), Hugo Sanhueza Alvarado.
150 años de historia del colegio de los Sagrados Corazones del Arzobispado de Santiago, Raúl Besoaín Armijo.